ENTENDER EL DOLOR

El dolor es una experiencia universal, todas las personas en algún momento de nuestra vida hemos sentido dolor.

Lo que ahora sabemos sobre el dolor es que “el dolor está 100% en el cerebro”. Y esta afirmación incluye TODO TIPO DE DOLOR, ya sea punzante, sordo, fuerte, suave…..y no importa la duración, días, semanas, meses…..

Las lesiones que afectan a los tejidos corporales en su inicio es considerado “dolor agudo”, por ejemplo un dolor de espalda tras un esfuerzo, o un esguince de tobillo. La mayoría de los profesionales sanitarios recomendamos, aún en esos casos agudos, guardar el menor tiempo de reposo posible, animarmos a permanecer activos e incorporarnos gradualmente a la vida diaria y al trabajo. La mayoría de los tejidos curan en un periodo de tres a seis meses.

Cuando el dolor dura más allá de tres meses, se llama “dolor persistente o crónico”. En este dolor LA LESIÓN DE LOS TEJIDOS CORPORALES NO ES LA CAUSA PRINCIPAL. Este tipo de dolor es un gran problema para quien lo padece y para la sociedad pues afecta a más del 20% de la población.. Si el dolor persiste más allá de tres a seis meses, y se descarta la existencia de problemas físicos, entonces es el cerebro el que está “sensible” y sigue sintiendo dolor más allá de la curación de la lesión tisular. Este enfoque que es más actual nos hace comprender el dolor crónico en una dimensión más compleja, con factores e influencias que van más allá de la persona sufriente. Una dolencia física acaba siendo una experiencia psicólogica y social pues afecta a las personas más próximas, pareja, familia, amigos…..

Qué enfoque tendremos que darle a un dolor persistente?

La medicación nos puede ayudar al principio y por un tiempo limitado, “para ponernos en marcha”, pero la mayoría de los tratamientos médicos pueden y deben ir reduciéndose gradualmente hasta su abandono total.

La resolución del dolor crónico o persistente tiene que ver con la adopción de conductas más activas. Escuchar cómo tus emociones y tus pensamientos te están afectando, entender cómo la experiencia dolorosa transforma tu estado de ánimo, y comprender que el dolor puede llegar a ser un escudo tras el cual te proteges, es algo que sólo puedes hacer tú. APRENDER RELAJACIÓN Y FORMAS DE REDUCIR EL ESTRÉS es relajar el sistema nervioso, aumentar el bienestar general y disminuir la percepción del dolor.

La dieta y el estilo de vida son también determinantes en la sensibilización del sistema nervioso. Reconsiderar hábitos cómo fumar, la vida sedentaria y falta de actividad física, alcohol y dietas poco saludables son actitudes que nos beneficiarán seguro.

A veces, hay que revisar aspectos más profundos de la persona para entender la persistencia del dolor. Qué te ocurría cuando se inició el dolor? Estabas preocupado, estresado, angustiado? Qué problemas tenías en ese momento en tu vida? Reconocer emociones profundas, para muchos, es parte fundamental en la resolución del dolor.

Y ya por último, recordar que la actividad física y el mantenernos lo más activos posible, moviéndonos en niveles de actividad cómoda y sin miedo, hace que el cerebro pueda “reprogramarse” para volver a sentir el cuerpo y su movimiento sin asociarlo a dolor. Más actividad física supondrá una recuperación gradual de tus tejidos y unas buenas sensaciones para ti.

En conclusión, el dolor viene del cerebro y hay que entenderlo desde una perspectiva muy amplia y global de la persona.

Teniendo en cuenta todos los factores que determinan la experiencia dolorosa tenemos muchas oportunidades para volver a empezar a sentir una vida plena y feliz.

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