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Un hueso puede romperse o fracturarse por varios motivos, en todos ellos, la fractura supone una interrupción de la continuidad del hueso.
Normalmente son golpes directos sobre el hueso, o indirectos como un caída, los que provocan la fractura ósea, pero un hueso también puede romperse con un traumatismo mínimo o leve cuando existe alguna enfermedad de base (osteoporosis, enfermedades reumáticas, uso habitual de corticoides, insuficiencia renal o cáncer) que debilita la densidad ósea.
Las fracturas se clasifican en:
- Abiertas o cerradas, si la piel está o no rota y a través de ella sale el hueso.
- Alineadas o desplazadas, si los extremos de la fractura están o no en el mismo eje o plano.
- Completa o incompleta, si los extremos de la fractura están separados o no por completo.
- Lineal o transversa, oblicuas o espiroideas, según sea el trazo de fractura.
- Conminuta, si existen varios fragmentos.
- Por arrancamiento, cuando se desprende un fragmento de hueso bajo la tracción de un tendón o ligamento, muy habitual en el deporte.
Las fracturas óseas pueden acontecer en cualquier edad y periodo de la vida, tanto en niños por su alta actividad física, en ancianos, por la debilidad de su aparato óseo, y en adultos por traumatismos o sobrecarga.
Hay que tener en cuenta que un uso excesivo y un sobreentrenamiento pueden ocasionar un desequilibrio entre la formación natural de hueso y la destrucción del mismo. Las personas con sobreentrenamiento o uso excesivo pueden sufrir fracturas al no permitir que su cuerpo recupere las pérdidas óseas que se producen durante el esfuerzo físico, creando una reducción de la densidad ósea, disminución de la resistencia del hueso y posible fractura en ausencia de traumatismo importante.
Es fácil reconocer que nos hemos roto un hueso: tendremos dolor, mucho dolor, no podremos mover la extremidad o área afectada, puede ser que tengamos una deformidad evidente, inflamación y hematoma, e incluso rotura de la piel a través de la cual se percibe el hueso.
Por supuesto, la fractura es una emergencia médica que requiere tratamiento especializado hospitalario, inmovilización e incluso intervención quirúrgica.
IMPLICACIONES EN FISIOTERAPIA DE LAS FRACTURAS.
El periodo de inmovilización tras la fractura suele durar de 3 a 8 semanas, periodo de tiempo en el que suelen consolidar la mayoría de las fracturas.
Pero la inmovilización también produce unos efectos colaterales indeseables para los tejidos como degeneración del cartílago, atrofia muscular y debilidad muscular, laxitud de los ligamentos, pérdida de masa ósea…..
Todos estos efectos adversos pueden minimizarse con la práctica de contracciones isométricas durante la inmovilización, y una vez retirada la misma, iniciar de forma inmediata tratamiento de Fisioterapia destinado al control del edema y el dolor, a la completa recuperación de la amplitud de la articulación, la fuerza y resistencia muscular y la iniciación progresiva y controlada de carga y resistencia en el hueso lesionado que garantice la correcta recuperación funcional.
Si te has fracturado un hueso, acude también a tu fisioterapeuta para obtener consejos durante la inmovilización y recibir un tratamiento lo más precoz posible nada más retirarte la escayola, férula, etc…..
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